Taller de acción comunitaria: 30 años de un sueño que inspira respeto e igualdad

Por Karo Torres

Fotos: Registro colectivo de los Reportilleranos que participaron en el Taller de periodismo

 

Desde el camino cintura, la ciudad de Valparaíso se convierte en una bahía añorada, nostálgica del paso del tiempo y los cambios que han significado nuevas formas de observar y recorrer la ciudad desde las alturas. Entre medio de los casi 5 kilómetros de esta avenida, se encuentra el Taller de Acción Comunitaria, TAC, en el cerro Cordillera. Organización que este año cumplió 30 años de historia y en la que participé por primera vez como voluntaria, siendo un desafío y una experiencia enriquecedora, que impacta positivamente en la vida de muchas familias ¿Qué contar? Reúno mi propia experiencia y construyó este relato con humildad, con la sensación que dejan las risas y los sueños de la niñez

 

Cuando conocí a la Karla estábamos en el colegio, éramos compañeras de curso y los años protagonistas no escapan al 2003 o 2004. Por ese entonces, ella se convirtió en la primera persona que me habló sobre la organización del TAC y de la labor que realizaban voluntariamente con los niños y niñas del cerro Cordillera. Lo recuerdo nítido, porque era algo que la entusiasmaba y mantenía contenta, a pesar de todo el desorden adolescente.

 

No podía comenzar esta crónica sin nombrar ese pasaje. Es en el presente donde cobra relevancia e ímpetu, sobre todo en la construcción de una identidad colaborativa desde el barrio. En este caso, cerro Cordillera. Me voy dando cuenta que algunos sitios esperan el momento indicado, permanecen gracias a la comunidad y desde allí se forja un gran árbol que no esconde los rayos del sol a pesar de su gran ramaje. Son sueños inclusivos y duraderos. Siento que los 30 años de vida de una organización así, es un ejemplo y reivindicación, por tantas otras causas y buenas intenciones perdidas.

 

Han pasado 15 años desde que conocí la existencia del Taller de Acción Comunitaria (solo de nombre), como un murmullo inclinado en unos de los cerros más populares de la ciudad puerto. Si tuviera que hacer un resumen desde ese entonces: La Karla se convirtió en una activa voluntaria del TAC y nosotras nos volvimos a reunir como compañeras, pero esta vez en un espacio de trabajo, desde donde intentamos contribuir dentro de una sociedad que parece rendirle pleitesía al individualismo y al ego.

 

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Durante mayo de este año, La Karla me entusiasmo para ser parte del TAC y conformar un taller para que niños y niñas experimentaran la idea de ser reporteros, rescatando una antigua tradición que se había perdido.  No dudé en aceptarlo y me reuní con el equipo con el cual llevaríamos a cabo la misión durante una semana, siendo parte de la 62°Escuela de Invierno del TAC. El nombre del taller fue Reportillerando. La misión no me era fácil, por primera vez me enfrentaria a trabajar con niños y niñas, pero cuando llegó el momento y una vez finalizada la labor, sé que la volvería a repetir.

 

Existe en la infancia el adulto que podemos llegar a ser y el niño que se va construyendo para levantar un grito que dice “Quiero ser” ¿Dónde alojar aquellas oportunidades? Es importante ayudar a encontrar los caminos desde la empatía y el respeto. De esta forma, vamos impactando en la vida de nuestras nuevas generacione.

Todos los días desde el 9 hasta el 15 de Julio, se llevo acabo la escuela de invierno del TAC 2018, ofreciendo un espacio de juego y aprendizaje de forma gratuita. La idea es que los niño/as aprovechen sus vacaciones aprendiendo junto a otros/as y sus apoderados/as tengan un lugar de confianza. El día comienza desde las 8 y media de la mañana hasta las 4 de la tarde. Durante esas horas, se comparte el desayuno, almuerzo, se realizan dinámicas de grupo, actividades al aire libre y cada taller planea salidas e itinerarios.

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Todo funciona producto de las buenas voluntades y organización:  recolección de alimentos, voluntarios, materiales, uso de espacios, entre otros. Siendo parte de una gran red que contribuye a que siga año tras año la realización de las escuelas de invierno y de verano.

No quisiera alargarme relatando la obviedad, porque el TAC lleva 30 años y acabo de participar en una de sus escuelas. Es algo nuevo para mi y un propósito de vida para quienes llevan más tiempo comprometidos. Fue una gran experiencia, sobre todo cuando visitamos la radio Ritoque con el taller o cuando planeábamos una presentación contando noticias. Es en estas instancias, en que la mirada de los niño/as rejuvenece la propia.

 

Antes de cerrar estas líneas, quisiera nombrar a la reconocida “Tía Paty”, fundadora de la organización, una mujer a quien no alcancé a conocer, pero que alguna vez soñó un espacio recuperado, convirtiendo una quebrada en un lugar común que pasó a llamarse “Taller de acción comunitaria”. A 30 años de este anhelo que aún se mantiene vivo, quisiera decir que son ejemplos que impactan y que deben propagarse, edificando en conjunto lo que queremos llegar a ser.  Estoy segura que muchos piensan así: No debemos dejar que pasan 30 años sin que otros/as se enteren de lo que sucede en el cerro Cordillera, donde un sitio eriazo se convirtió en un espacio de libertad.

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